Por qué. Cómo. Y hablando con Dios
Tener una ilusión.
Encontrar compañeros.
Y caminar juntos.
En servicio de los marginados.
Eso es nuestra Fundación.
- -5%
Tener una ilusión.
Encontrar compañeros.
Y caminar juntos.
En servicio de los marginados.
Eso es nuestra Fundación.
Al hablar de gestos, nos situamos en el nivel de la experiencia corporal. El cuerpo es un lugar decisivo para entrar en contacto no solo con nosotros mismos y nuestra experiencia interior, sino también con Dios. El cuerpo es un compañero importante en el camino de nuestra maduración humana y también en nuestro camino espiritual, un barómetro infalible de la calidad de nuestra relación con Dios.
El yo es fuente inevitable de sufrimiento, porque, en su afán de autoafirmarse, identificándose con la mente, nos aleja de la realidad y de la vida. Consciente del destino a donde el yo conduce, del sufrimiento que genera y de la ignorancia y mentira en que nos envuelve, nos resultará fácil reconocer la necesidad y la importancia de liberarnos de él. Y, dado que el yo solo vive y es alimentado
Hay un espacio en mí sobre el cual nadie tiene poder. Es el espacio donde Dios habita en mí. Allí entro en contacto con mi verdadero yo. Allí soy por entero yo mismo. Allí mi yo está protegido. Allí crece mi autoestima y soy cada vez más yo mismo.
En ese espacio nos sentimos seguros y podemos escapar de la tiranía de la cotidianeidad y concentrarnos en nosotros mismos. En él llegamos a ser libres.
Mística y compromiso de vida.
Todos llevamos una fuerza interior capaz de transformar el mundo. Siendo felices en Dios podemos subir a la cumbre, entrar en un misterio de amor que nos sobrepasa para luego bajar al mundo como lámparas de Dios que quieren iluminar y penetrar en la realidad dando sabor a la vida.
En la vida todos experomentamos pérdidas. Es una experiencia muy común, siempre compleja, sobre todo cuando nos dolemos por la muerte de un ser querido, por una ruptura afectiva, por la enfermedad inesperada, por el fracaso...
No es fácil adentrarse en la dolorosa sinfonía de sensaciones...? Desgarro, desconcierto y confusión, vacío interior y soledad...? El corazón, herido y contrariado, suspira…
La oración es la hazaña más sublime del espíritu humano. Que esta afirmación haya salido de una mujer que representa la historia y la tragedia de la humanidad del siglo XX, da mucho que pensar. Edith Stein hizo un largo camino de búsqueda de la verdad que la llevó del judaísmo al ateísmo, de la filosofía a la conversión al cristianismo y del Carmelo a la muerte en la cámara de gas de Auschwitz.
Guías hacia la felicidad.
Cuando éramos jóvenes estábamos convencidos de que haríamos más que las generaciones anteriores para dejar un mundo mejor a las generaciones venideras.
Pero ¿qué ha sido de nuestros sueños? ¿Hemos aprovechado las oportunidades que se nos han presentado y hemos cumplido nuestros sueños?