yo decido. La tecnologia con alma

José Luis Bimbela Pedrola
Las companias aéreas lo tiene muy claro: “En caso de accidente, es muy importante que antes de atender a los demas, se ponga usted la mascarilla”. El orden de los factores es, en este caso muy relevante; también en el libro que nos ocupa “yo decido. La tecnologia con alma” (con el “yo” en minuscula; no es un error, es una opción, una decisión). Antes de comunicarme con los demas, me observo y me analizo; me pregunto y me escucho. Y me trato con respeto y amor. Y aprendo especialmente a gestionar mis pensamientos y mis emociones. Y descubro, asombrado, un poder que me libera y me emancipa: yo puedo decidir qué pienso, qué hago con lo que siento y cómo actuo ante lo que hay. Cuando ejerzo este poder desaparecen las excusas y los victimismos. Y aparecen la serenidad y la acción. La dignidad y la fuerza. Y surge el objetivo ultimo (el para qué no negociable) de cualquier qué y de cualquier cómo: mi bienestar y el bienestar de los demas, mi salud y la salud del otro. La salud de todos y todas.
Entonces, y solo entonces, después de este indispensable y apasionante trabajo conmigo mismo, puedo comunicarme con los demas de forma saludable, honesta y amorosa. Sembrando armonia, confianza y respeto. Y promoviendo salud: fisica, emocional, social y espiritual. En mi y en los demas. Y los demas son mis padres y mis hijos, mi pareja y mis hermanos. Mi jefe y mi subordinado. Mi vecino y mi amigo. Y también, desde luego, la persona que me atiende en la panaderia o en el bar. El médico y el paciente. El sano y el enfermo. El companero y el extranjero. El poderoso y el débil. El y ella. Todos/as y cada uno/a de los/as demas son “el otro”; y yo, claro, soy el otro para ellos/as. Aclarado el para qué (esa alma que aparece en el subtitulo del libro), podemos proseguir.
Desde hace muchos anos sabiamos los qués (qué decir y qué hacer). Nos faltaban buena parte de los cómos. Y éste es el contenido fundamental de la publicación que aqui presentamos: los cómos concretos para gestionar las propias emociones y para comunicarse empatica y armoniosamente con los demas; para mejorar la propia salud y la de los otros; y para provocar cambios individuales y colectivos que nos ayuden a disfrutar de una vida mas justa y mas feliz. Mas de veinte anos de aplicación en el ambito de la salud publica garantizan el éxito. Eso si, siempre que se aplique con disciplina y pasión, con coherencia y entereza, con esfuerzo y paciencia. Con valentia. Cuidando cada palabra y cada verbo; cada sujeto y cada complemento. Cada conjunción. Con arte, con intuición y con método.
Otro mundo es posible en este mundo. Un mundo que pregunte en vez de suponer, que escuche en vez de parlotear, que refuerce en vez de criticar, que anime en lugar de desalentar, que cree en lugar de destruir, que goce de los silencios en lugar de llenarlos con parloteos vacios. Que se ponga en el lugar del otro, sin quitar al otro; que acompane sin reemplazar, sin sustituir. Que quiera aprender y mejorar. Otra sociedad es posible en esta sociedad. Una sociedad que admire el talento en lugar de envidiarlo, que fomente el amor en lugar del temor, que facilite en lugar de dificultar, que sume en lugar de restar. Que proponga en lugar de exigir. Que observe en lugar de chillar. Que actue en lugar de sobreactuar. Y que intente y se atreva. Que pida perdón cuando sea necesario. Y que agradezca.
La calidad empieza por una mismo; el cambio también. ?La evolución? ?Por supuesto! Estoy muy de acuerdo con lo que afirman en el Instituto HeartMath (Matematicas del Corazón): “Regular las emociones humanas es el próximo paso de la evolución humana”. ?Y la revolución? También, desde luego. La revolución espiritual de la que habla Argullol. La revolución educativa que lleva anos proponiendo Marina. La revolución ética que aprendimos y practicamos con Torres. La revolución del pensamiento que implican las propuestas de Subirana, Corbera y Dispenza. La revolución emocional, en definitiva, que ya hace algun tiempo presentamos en cursos, conferencias y talleres. Y para ayudarnos en este cambio trascendental, en el que tantos nos jugamos tanto, surge esta tecnologia con alma “Self-Counseling” (yo decido, en traducción libre y castiza, y en minuscula) que aqui, orgullosamente humildes, le presentamos.
Conoce mas sobre “yo decido” haciendo clic aqui.
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