OTROMUNDO. Descubrirlo, vivirlo, comprenderlo.

OTROMUNDO. Descubrirlo, vivirlo, comprenderlo.

La carencia de conciencia social, junto con los prejuicios y actitudes negativas hacia este colectivo, lleva a que algunas personas mantengan oculta la enfermedad por diversos factores como pueden ser el miedo al ser rechazados o ignorados, la exposición a un trato diferente e infantilizado o a su subestimación como personas.

“La vida humana sigue en cada uno de nosotros un camino propio, que a veces desemboca en lugares tan extraños y perturbadores como fascinantes”.

De esos lugares habla la presente guía de viaje, “Otromundo: descubrirlo, vivirlo, comprenderlo”, que conducirá al lector a una tierra donde ya nada volverá a ser lo que era, y en la que momentos de felicidad absoluta pueden verse seguidos en apenas un abrir y cerrar de ojos por los miedos y terrores mas profundos que quepa imaginar.

Bienvenido a Otromundo, el país en el que viven las personas con demencia, una tierra situada más allá de las convenciones y normas imperantes en nuestro mundo, y en la que hay un sitio tanto para una fantasía y creatividad desconocidas como para miedos y conflictos inesperados. De esta manera nos introducimos en el viaje:

 

Imagínese que fuera usted un habitante de nuestro mundo habitual y que deseara hacerle una visita a una persona aquejada de demencia que vive en Otromundo.

En nuestro mundo habitual todo le resulta a usted familiar. Esta usted al tanto de las costumbres y usos de él propios, así como informado de los criterios y lugares comunes por norma imperantes en él en lo tocante a cosas como la decencia y la buena educación, y sabe también qué es lo que cualquiera de nosotros tiene en general que hacer a fin de comportarse “civilizadamente” y evitar así ser relegado al ostracismo. Es usted capaz de dominarse o, al menos, de hacerlo así hallándose en público. Y en cuanto a esos aspectos de su personalidad que acaso fueran en menor medida merecedores de social aceptación, no se los permite usted mas que en privado o dentro del círculo compuesto por sus familiares o amistades mas estrechas.

¿Cómo se adentra ahora usted en esa tierra desconocida?

Cabe que viaje uno por ella como un turista, observando con sorpresa y curiosidad a las personas que allí habitan o compadeciéndose de ellas, así como poniendo cuidado en no dejar que se le acerquen a uno demasiado. Cabe que se las gaste uno allí como si fuera el representante de una civilización superior y más desarrollada, comportándose en ella, en consecuencia, como lo harían un sabelotodo, misionero o cooperante convencidos de haber sido llamados a tutelar a las gentes que allí moran.

Pero cabe también, sin embargo, que se relacione uno con las personas que allí tienen su patria como lo haría un explorador firmemente decidido a reunir experiencias exóticas, salir con valentía al encuentro de lo inesperado y tolerar sin aspavientos lo inusitado, es decir, firmemente decidido, como suele en estos casos decirse, a someterse a un proceso de inculturación. Al dar comienzo a un viaje de este tipo, el primer paso que hay que dar consiste, sin duda, en admitir que a la otra cultura ha de reconocérsele el titulo de tal con los mismos derechos que a la propia, y renunciar a renglón seguido a calificársela apresuradamente de inhabitual o aun anormal. El viaje, pues, lo lleva uno a cabo olvidándose de tensiones, complaciéndose en su itinerario y haciendo abstracción de cualesquiera prejuicios, dispuesto de buena gana, en definitiva, a dejarse sorprender por las novedades con que vaya tropezándose.

Como es natural, por eso no deja uno en ningún momento de ser un ciudadano oriundo de nuestro mundo habitual, que recuerda cuales son las cosas en verdad importantes para él. No se convierte en un otromundano, sino que toma tan solo una cierta distancia con respecto a las ideas y principios propios, con el propósito de poder así apreciar más fácilmente las particularidades y rasgos por los que se caracterizaría la otra cultura.

En un viaje del que no se sabe muy bien cómo va a terminar, serán también necesarias una cierta autonomía y confianza en si mismo.




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