“La verdad que estoy regular. Necesito descansar. Yo no soy de tirar la toalla, pero esta vez hay que ser humilde y decir: no puedo más, no puedo más… Mi cuerpo y el universo me están diciendo ‘necesitas parar’…”

“La crisis es un signo de las profundidades increíblemente cargado de sentido y de proyecto, un paso y una ruptura, un puente y un abismo. Todo lo que parecía ligado se rompe, pero es justamente la experiencia de la ruptura y el desgarro lo que asegura la continuidad. El paroxismo emocional faculta el modo de unificar de nuevo la personalidad dividida. Podemos sintetizar diciendo que toda crisis supone: “peligro” por el dolor que conlleva la pérdida de lo que se ha perdido o de lo que se va a perder; “ocasión” (oportunidad) se refiere al proceso de reconstrucción de un mundo nuevo a partir del momento de la crisis”.

Estas fueron las ultimas palabras de la actriz Verónica Forqué justamente antes de abandonar el programa culinario de TVE ‘MasterChef Celebrity’.

El suicidio de la actriz ha vuelto a poner en el foco mediático la importancia de la salud mental. La OMS (2000a) afirma que “el suicidio no es en si una enfermedad, ni necesariamente la manifestación de una enfermedad, pero los trastornos mentales son un factor muy importante asociado con el suicidio”. En este mismo documento la OMS estima que el riesgo de suicidio en personas con trastorno del humor (principalmente depresión) es 6-15%; con alcoholismo, 7-15%; y con esquizofrenia 4-10%. Así mismo señala que alrededor de un 80-90% de los suicidios consumados lo realizan personas que padecían un trastorno psiquiátrico.

“En cualquier situación de crisis, sea circunstancial o vital, nos sentimos más frágiles, pero al mismo tiempo se puede convertir en un trampolín para crecer”.

Conocer las técnicas terapéuticas es el deber primero de todo buen terapeuta, pero más importante es saber cuando, con quién y cómo ejecutarlas. Es lo mismo que nos ocurre en cualquier juego de naipes: es importante tener buenas cartas, pero lo que decide si ganamos o no la partida es la forma que administramos esas cartas.

Si se deja pasar el tiempo (un ejemplo lo tenemos en las listas de espera) o se atiende a la persona fuera de su encuadre físico (barrio o ciudad) o el terapeuta no tiene buena reputación clínica, el riesgo de fracaso es enorme.

La vulnerabilidad entendida no solamente como algo negativo sino también con la posibilidad de crecer. El ser humano es vulnerable por naturaleza pero un alto gradiente de vulnerabilidad genética o psicosocial seria proclive a la destrucción.

“El hombre que se levanta es aun más fuerte que el que no ha caído” – Viktor Frankl

El texto de Alejandro Rocamora, en “Intervención en crisis en las conductas suicidas”, está impregnado de tres ideas fundamentales: intervención en crisis, conductas suicidas y estrategias terapéuticas, atravesado por otros tres conceptos básicos: la vulnerabilidad del consultante, la importancia de que el terapeuta tenga muy en cuenta en su intervención los factores protectores (no solamente los de riesgo) y la importancia de una intervención inmediata como forma de superar la crisis (aquí toman gran relevancia los Teléfonos de Urgencia dedicados a la atención de esta problemática). La representación gráfica del contenido de este libro, pues, es una estrella de seis puntas: intervención en crisis, conductas suicidas, estrategias terapéuticas, intervención inmediata, factores protectores y vulnerabilidad.

Todo su libro está impregnado de un deseo: ayudar a encontrar una salida sana a la persona que en alguna encrucijada de su vida ha contemplado el suicidio como única solución. Y por esto nuestra preocupación por intentar comprender la compleja vivencia suicida y aportar las herramientas necesarias para que el terapeuta pueda realizar esa tarea.

Intervención en crisis en las conductas suicidas