No es casualidad que un libro que intenta orar desde el entramado de las relaciones humanas nazca en el contexto de una colección de teología escrita y pensada por mujeres. A lo largo de los siglos el mundo femenino ha girado en torno a la forma de mantener en pie la urdimbre emocional que surge del encuentro con los otros. Pero ¿cómo sumarnos a los sentimientos del prójimo si desconocemos sus circunstancias? No bastan los gestos que tienen que ir acompañados de la palabra, una palabra que es un “don de la madre”. Ese regalo insuperable que la mujer hace a sus hijos cuando les enseña a hablar. El amor va necesariamente unido a la conversación. Un libro de oración no intenta otra cosa.