En tiempos de Sor Ángela no se utilizaba el término “testimonio”, dar testimonio, tan cargado de sentido para los cristianos de nuestros días.
Con esa preciosa palabra se resume de modo magistral el esfuerzo apostólico de la Compañía de la Cruz: Madre y las hermanas “dan testimonio”
¿Cómo, de qué dan testimonio? De pobreza evangélica.
No discursean, no lo cuentan. Hablan apenas, bajito. Aman el silencio.
Muchos amigos y devotos de las Hermanas de la Cruz, acostumbrados desde hace lustros a su presencia en las calles de ciudades y pueblos andaluces, se llevarán una gran sorpresa si decimos que las posturas más avanzadas, más arriesgadas de los grupos apostólicos de los últimos años en la Iglesia del Concilio Vaticano II, coinciden asombrosamente con el espíritu y la práctica, con el testimonio de pobreza en la Compañía de Sor Ángela.
Ahora el Papa la ha canonizado en Madrid: “Santa Ángela”. ¿Le complacerá que le subamos el tratamiento?