SAL DE TU MENTE Y ENTRA EN TU VIDA

SAL DE TU MENTE Y ENTRA  EN TU VIDA

“Aunque solo tengo catorce años, sé muy bien lo que quiero…tengo mis opiniones, mis propias ideas y principios, aunque pueda sonar extraño en una adolescente. Me siento más persona que niña, me siento totalmente independiente de cualquier persona” – Ana Frank

Los adolescentes se enfrentan a múltiples presiones y preocupaciones; son particularmente vulnerables a las consecuencias de las emociones y pensamientos negativos que les pueden impulsar a acciones lesivas hacia si mismos o hacia otras personas.

En la adolescencia, importantes áreas del cerebro están todavía en proceso de desarrollo. Estas zonas están asociadas a la capacidad de autorregularse y de controlar sus impulsos, sobre todo cuando se ven inundadas por emociones fuertes o expuestas a las influencias negativas de la sociedad  y de la cultura. La mayoría de los adolescentes son exploradores y buscadores, anhelan sentirse más conectados y encontrar un significado a sus vidas, por lo que su potencial de crecimiento y cambio es enorme.

“A la pregunta sobre tu vida, tu eres la única respuesta, a los problemas de tu vida, tu eres la única solución” – Jo Coudert

Los autores del libro “Sal de tu mente y entra en tu vida para adolescentes” utilizan como base teórica el modelo de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), entendida la aceptación como la capacidad humana de experimentar el estar conscientes (en el aquí y ahora) de las sensaciones, los pensamientos, las emociones, los recuerdos. Esta capacidad vendría unida al compromiso de llevar a cabo acciones acordes con los valores personales.

Una asunción básica de la ACT es que el sufrimiento psicológico esta causado por la “evitación experiencial”. Esta se entiende como una amplia gama de comportamientos dirigidos a evitar el contacto con pensamientos, emociones, recuerdos... que son vividos como negativos. También considera que en los problemas psicológicos juega un importante papel la “fusión cognitiva” (estar “fusionado” o enredado en los pensamientos, sensaciones...), la tendencia a valorar y juzgar la experiencia interna como buena o mala. La alternativa saludable propuesta desde la ACT se centra en la aceptación de las propias reacciones (pensamientos, emociones, etc.) como naturales, automáticas e inherentes a la condición humana y a la toma de contacto con el momento presente, lo que permitiría elegir más libremente una dirección valiosa, con sentido personal, y comprometerse con la acción y los cambios acordes con sus valores.

Os queremos dar la oportunidad de poder leer parte del primer capitulo de esta obra:

¿Qué pasaría si todo el mundo ocultase un secreto?

“Todo hombre tiene sus penas secretas, que el mundo no conoce” – Henry Wadsworth Longfellow

Una de las mejores formas de desarrollar tu conocimiento de la vida es echar un vistazo a las batallas que afrontan otras personas. ¿Qué están viviendo? ¿Por qué situaciones están pasando? ¿Con qué están luchando?

En este capítulo vamos a presentarte a varios adolescentes y sus batallas. Intenta relacionar sus luchas con algunas de las cosas que te han estado pasando. Tómate tu tiempo para pensar si alguna de sus historias se asemeja a tu propia experiencia. Descubrirás que observar las luchas de otras personas puede mejorar la comprensión de las propias.

EL PERDEDOR

Yo era un adolescente perdedor; un chico sin habilidades sociales que no sabia cómo hacer y mantener amigos, cómo protegerme de los “matones” ni cómo hablar con las chicas. Pasaba todo tiempo escapándome hacia la fantasía, soñando despierto, jugando a videojuegos y escuchando música por mi cuenta. No podía hablar con mi madre; ella estaba a otras cosas y nunca me preguntaba. Sentía como si no pudiera hablar con mi padre; estaba tan ocupado con su propio trabajo que no tenia mucho tiempo para mi. No tenía ni idea de que me hacían “bullying”; no le conté que un chico mayor me perseguía hasta casa desde la escuela. La única vez que se fijó en mi fue cuando me metí en problemas. Una vez un chico me estaba haciendo una broma sobre mis sucias zapatillas de deporte, no se callaba y no dejaba de llamarme “guarro, guarro…”; estaba muy enojado y no sabía qué hacer, y finalmente le golpeé en la cara. El chico perdió un diente y me expulsaron del centro. Mi padre me gritó y me castigó, pero ni siquiera me preguntó por qué había sido. Yo era el que iniciaba las peleas; luchaba como un adolescente; hacía como que todo estaba bien y que no me importaba nada. Saqué unas notas horribles y finalmente fui expulsado de la escuela. Incluso pensé en suicidarme…

 




    Deja una respuesta