La cuestión primera: ?cuando hay vida humana?

La cuestión primera: ?cuando hay vida humana?

Benjamin Forcano

Llevamos anos con la disputa del aborto, marcada por una tendencia a favor y otra en contra. Y, en la lid, con postura contundentemente conservadora, la Iglesia católica. Una causa que a nadie deja indiferente. La verdad no la posee nadie en exclusiva, pero como sinónimo de realidad “nos puede y se nos impone a todos”. La cuestión esta en que, cuando de realidad se trata, nos acercamos a ella mas para cubrirla con el manto de nuestra ideologia que para verla tal cual es, objetivamente.

?Cual es, pues, la verdad real del aborto?

Muchos estamos convencidos de que, en este punto, puede haber un acuerdo racional, cientifico y ético politico, porque la base de que disponemos para entrar en esa “realidad” es comun a todos. Se trata de un problema humano, del que no se ocupa la Biblia y al que hoy podemos acercamos por la puerta de la ciencia, de la filosofia y de la ética.

“Todo individuo tiene derecho a la vida”, proclama la Declaración universal de los Derechos Humanos (Art. 3). Y todo individuo tiene el deber de respetar ese derecho. Y, sobre este derecho-deber, reposa la posibilidad, el hecho y el futuro de la convivencia humana. Sin embargo, no goza al parecer de esta evidencia lo que constituye el proceso embrionario del prenacido: ?se puede afirmar con seguridad que ese proceso es desde el inicio un individuo humano?

Es cierto que los motivos para impedir el proceso no van a convencer si se supone que el embrión es un individuo, y la solución de los plazos tampoco si se lo da como existente desde el principio. Resulta, por tanto, crucial averiguar si el proceso del embrión, variante en su desarrollo, admite establecer dentro de él un antes en que no es individuo y un después en que lo es.

 

El estatuto epistemológico del embrión

Por supuesto, también los católicos pueden pronunciarse sobre el tema, pero con los métodos propios de las ciencias humanas. El Nuevo Testamento no aborda este tema y sobre él la Iglesia no tiene autoridad para resolverla como si de una verdad de fe se tratara.

El concilio Vaticano II tuvo, respecto a este tema, unas palabras acertadas: “La vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el maximo cuidado” (GS, 51).

Texto fundamental, por el que el Concilio quiso dejar bien claro que la Iglesia no tiene respuesta propia sobre el “cuando” se da la concepción de una vida humana, por ser algo que pertenece a las ciencias humanas: “No esta en el ambito del Magisterio de la Iglesia el resolver el problema del momento preciso después del cual nos encontramos frente a un ser humano en el pleno sentido de la palabra” (Bernhard Haring, autor de la famosa “La ley de Cristo”, célebre y acaso el mas reconocido moralista en la Iglesia católica).

El concilio dejó superada la posición anterior de sostener que la Iglesia católica tiene autoridad para interpretar como nadie las verdades incluso de la ética natural.

La lección histórica debiera servir para distinguir entre lo que es la fe y lo que son los conceptos o representaciones que la misma Iglesia utiliza como vehiculo para su conocimiento y explicación. Nadie hoy queda perturbado en su fe porque la tierra gire alrededor del sol (cosa que al cientifico Galileo no se le permitia afirmar en nombre de la fe), ni porque no acepte la visión de una cosmologia antigua, o acepte la teoria de la evolución de las especies o niegue la interpretación literal de la Biblia hasta aceptar el método histórico-critico o no haga profesión del juramento antimodernista tal como lo impuso en 1910 Pio X a todo profesor de seminario.

La ciencia y la fe estan “una y otra al servicio de la unica verdad”, “vuestros senderos son los nuestros” (Mensaje del concilio a los hombres del pensamiento y de la ciencia). Cuando no hay convergencia en ese servicio es porque la ciencia es falsa o es falsa la fe.

De hecho, siempre existieron en la tradición cristiana teorias diferentes (teoria de la animación sucesiva defendida por Sto. Tomas y teoria de la animación simultanea, defendida por San Alberto Magno) sobre el momento de constitución de la vida humana. Aunque la teologia postridentina, a la hora de resolver los problemas de la moral practica, ha partido siempre de la animación inmediata.

Quedaria asi resuelta una primera dificultad: los católicos, al tratar del aborto, deben asumir como parte del anuncio evangélico las verdades cientificamente avaladas, aun cuando luego puedan incrementar o reforzar la estima de la vida desde otras perspectivas o motivaciones.

 

En resumen:

1. Las teorias mas antiguas sostienen que un embrión lo es por la clave genética de sus 46 cromosomas, especifica y originaria del individuo humano, que contendria y caracterizaria toda su posterior evolución. El desarrollo del embrión seria un proceso continuo, sin rupturas, pues estaria en él desde el comienzo toda la potencialidad de su desarrollo. El inicio, desarrollo y destino del embrión serian sus genes.

2. Las teorias modernas reconocen como factor determinante del embrión los genes, pero no bastarian ellos para constituir un individuo humano, es decir, una estructura clausurada, suficiente, que se convertiria en realidad sustantiva. Los genes por si solos no son suficientes ni acaban constituyendo un individuo humano. Se necesitan otros factores extragenéticos -las hormonas maternales, los externamente operativos- para que la realidad del embrión pueda activarse y completarse. Sólo en torno a las ocho semanas esa realidad pasa a ser sujeto humano, con una sustantividad propia, capaz de regir y asegurar todo el desarrollo posterior.

Los genes no son una miniatura de persona. La biologia molecular deja claro que, para el desarrollo y la ética del embrión, la información extragenética es tan importante como la información genética, que ella es también constitutiva de la sustantividad humana y que la constitución de esa sustantividad no se da antes de la organización (organogénesis) primaria e incluso secundaria del embrión, es decir, hasta la octava semana.

Quiere esto decir que, si la individualidad es nota irrenunciable de la sustantividad, el embrión antes de su constitución como sustantividad, pasa por una organización constituyente, pero no tiene sustantividad propia sino que es parte de la sustantividad de la madre y, por lo tanto, no es sujeto humano.

Queda claro de esta manera que quien siga esta teoria puede sostener razonablemente que la interrupción del embrión antes de la octava semana no puede ser considerada como atentado contra la vida humana, ni pueden considerarse abortivos aquellos métodos anticonceptivos que impiden el desarrollo embrionario antes de esa fecha. Esto es lo que, por lo menos, defienden no pocos cientificos de primer orden (Grobstein, Alonso Bedate, J.M. Genis-Galvez, etc).

Esta hipótesis suficientemente demostrada permite, a quien se apoya en ella, defender como no atentatorias contra la vida y como respetuosas de la vida aquellas acciones que se producen en el proceso constituyente del embrión antes de constituirse en feto, es decir, en estructura clausurada. La teoria expuesta establece un punto de partida comun para entendemos, para orientar la conciencia de los ciudadanos, para fijar el momento del derecho a la vida del prenacido y para legislar con un minimo de inteligencia, consenso y obligatoriedad para todos.

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