Ramiro Alvarez

Coincidimos cada manana en el ascensor. Ella, toda afanosa con sus muchos libros y sus escasos minutos para llegar a tiempo al instituto; yo, con la placidez de todo el tiempo que me dejan libre mis nietas y las escasas preocupaciones de todo jubilado que se precie y ejerza de tal.

Nuestras conversaciones son breves y bastantes previsibles: ?El curso? Bien, bien. ?Qué carrera te gustaria estudiar? Medicina, pero depende de la nota de selectividad.

Y nunca tenemos tiempo para una tercera cuestión porque ya la puerta del ascensor se ha abierto y mi companera de los efimeros viajes matutinos sale en tromba para unirse a la caravana de estudiantes que apura el paso hacia su destino de los multiples saberes.

El otro dia, sin embargo, rompimos nuestra rutina cotidiana. Yo le senalé el considerable brazado de libros que ella acarreaba consigo y le pregunté:

- ?Cual crees tu que es la asignatura mas importante para la vida, de entre todas las que se estudian en el bachillerato?

- Matematicas –me contestó sin dudarlo un momento-. También es la mas dificil.

- Sin embargo –le repliqué- en la vida normal basta con saber las cuatro reglas. Ni siquiera vas a tener necesidad de calcular una raiz cuadrada…

 

Se quedó pensando un momento y, enseguida, replicó:

- Literatura. Te da mucha cultura.

- Pero los autores se olvidan, las obras quedan sin leer y, sin embargo, la vida continua…

- Geografia –replicó al momento-. Te da una visión precisa del planeta.

- Sin embargo, las fronteras cambian, las naciones surgen o se desintegran…

- Historia –aventuró sonriendo y siguiéndome el juego-. Te da una comprensión de los acontecimientos.

- Yo te puedo contar varias versiones diferentes de un mismo hecho histórico…

 

Sin darnos cuenta, la caravana de estudiantes nos habia sobrepasado y ahora, caminabamos con calma en el grupo de los mas rezagados. Mi joven vecina me observaba con aire intrigado.

- Entonces –preguntó al fin- ?Cual es la asignatura mas importante?

- Hmm. Esto me recuerda la historia de aquel sabio que iba en una barca de remos, con un marinero. ?La conoces?

 

Ella negó con la cabeza y yo continué con el cuento.

 

El sabio le dijo al marinero:

- Usted debe saber mucha astronomia, ?no es cierto? Toda la vida navegando, seguro que sabe orientarse muy bien por las estrellas…

- Pues, mire usted –le respondió el marino-; la verdad es que yo me muevo sólo de dia y por esta costa que conozco como la palma de mi mano; pero de estrellas no sé nada de nada.

- Pero, hombre –exclamó el sabio-. No saber astronomia… ?Ha perdido usted una cuarta parte de su vida privandose de esos conocimientos! Supongo que, al menos, matematicas si que sabra usted.

- Pues mire, senor –replicó otra vez el marino-. Me defiendo con las cuatro reglas y con eso me basta. Para navegar a ojo, no necesito mas.

- ?Vaya, vaya! Es increible. Ha perdido usted la mitad de su vida al haberse cerrado a esos conocimientos…!

 

En esto, el marinero le preguntó al sabio:

- Oiga, senor, y por un casual… ?usted sabe nadar?

- ?Nadar? Pues no, la verdad. He estado todo el tiempo ocupado con mis estudios y no he tenido ocasión de aprender.

- Pues, lo siento, senor, pero va usted a perder toda su vida entera porque tenemos una via de agua y la barca se va a pique…

 

Mi vecina sonrió de oreja a oreja. Echó un vistazo al reloj y salió corriendo camino de su instituto al tiempo que me gritaba:

- Muy interesante. Manana me tienes que explicar eso de la asignatura mas importante porque, ahora, lo mas urgente, es llegar a clase antes de que suene el timbre para no tener problemas…

 

Yo segui mi paseo cotidiano, dandole vueltas en la cabeza a la idea de que lo mas importante es valorar lo cambiante, aprender que nada es definitivo, que “fracaso” y “éxito” no son mas que instantaneas de una pelicula mas amplia, que lo que importa es definir los valores que conformaran el propio camino vital, aprender a decidir en cada momento qué desvio tomar, qué ruta seguir, y en función de qué criterios. En definitiva: saber ser independiente y solidario.

 

Y recordé mis primeros pasos como orientador en un instituto. Yo queria alcanzar veinte anos de experiencia en el primer trimestre para ser lo mas util posible a los alumnos. Hasta que un veterano profesor me abrió los ojos: tal cosa era imposible; cada cual tiene que caminar por el mismo sendero que yo estaba siguiendo: de la inexperiencia a la experiencia. Por eso, iba a tener que contentarme con procurar ser el mejor orientador bisono e inexperto posible, ya que aquellos alumnos no iban a tener ningun otro orientador. Ya me llegaria la madurez con los anos.

 

Ahora, hay algo importante que le quiero transmitir a mi joven vecina. Tal vez sean demasiadas las cosas que le quiero comunicar pero no hay prisa. Aun nos quedan muchos viajes en ascensor por delante…